Para llegar de una piedra de diamante a un diamante pulido precioso hace falta la mano experta de un maestro pulidor.
El arte reside en las proporciones. Si estos son ideales la piedra tendrá un brillo excepcional. La forma que se le dará al diamante depende de la forma original de la piedra en bruto. Las formas más utilizadas son: oval, redondo, pera, esmeralda, corazón y marquesa (véase aquí al lado). Todo depende de lo que prefiere para su piedra.
Nota: la forma de un diamante no es su pulido. El pulido se refiere a las relaciones internas que hay en la piedra y de la manera de que se pule. Las formas más comunes de pulido son: brillante redondo, oval, marquesa, princesa y esmeralda.
Opino que todos los comerciantes de diamantes y joyeros deberían darle información sobre las proporciones y el pulido aplicado, sobre todo de la profundidad y la mesa (la superficie superior) de la piedra. Algunos lo hacen, sobre todo cuando se trata de un diamante redondo, otros “esquivan” la pregunta con tan solo mencionar que el pulido siempre es de buena calidad.
En contraste con el color y el brillo, no hay normas estándares internacionales para el pulido, aunque este último muchas veces es decisivo para dar valor a la piedra. Las opiniones son repartidas sobre las proporciones más deseadas. A veces piedras mal pulidas son vendidas como “ofertas de beneficio”.
Nota: Si usted desea comparar dos piedras con el mismo grado y forma pero sin tener en cuenta el pulido, su elección no tendrá sentido.
Personalmente informo a mis clientes de todos los aspectos de cada compra porque pienso que así creo una relación entre mis clientes y yo que puede servir para que el cliente encuentre el “diamante perfecto”.